¿Estamos hablando de un caso de "fuego amigo"? ¿Un filósofo de la religión que ha dedicado su vida a hacer, precisamente, filosofía de la religión (de calidad indiscutible, por cierto) que decide "apostatar" de su profesión? No tanto así, aunque parece dar esa impresión a primera vista. Loftus escribe sobre ponerle fin a la filosofía de la religión como una reflexión que se deriva de la publicación del libro Reiventing Philosophy of Religion, de Graham Oppy, siguiendo más o menos las mismas premisas que el historiador Héctor Avalos utilizar para pedir el final de los estudios bíblicos. Mientras Oppy narra sobre re-evaluar y revitalizar la disciplina de forma crítica y secular, Loftus nos dice que la filosofía de la religión debería dejar de enseñarse en universidades seculares ya que se ha vuelto una disciplina que de secular tiene poco.
Los filósofos discuten problemas antes de que existan evidencias (nos explica Loftus), pero una vez que se encuentran evidencias nace una nueva disciplina, una ciencia. Ejemplo de este proceso, según Loftus, son la física, la cosmología y la psicología. De modo que, para Loftus, una forma de progreso en filosofía es la especialización en un área de estudio hasta que ésta logra su autonomía volviéndose una ciencia. (Cabe aclarar que, contrario a lo que parece dar a entender Loftus, este no es el único camino de progreso en filosofía. Existe progreso en áreas filosóficas como la ética, la gnoseología, la estética, la epistemología... e incluso podríamos hablar de algunos avances en la misma filosofía de la religión).
Pero ¿qué pasaría si se diera el caso que la filosofía, en vez de producir avances dentro de un área, retrocediera a dogmatismo e irracionalidad? Para Loftus, ese caso es el de la filosofía de la religión, dominada principalmente por apologistas que la usan como su nido intelectual para tener cabida en las universidades y hacerse ver como intelectuales respetables. Hacen que la filosofía de la religión sea un sinónimo de teología, algo que en verdad es un escenario tristemente retrógrado. Si la ciencia, y gran parte de la filosofía, nos demuestran que un área así no merece ser una disciplina respetada, ¿por qué entonces debería de existir en las casas del conocimiento? Loftus concluye que una disciplina como la que actualmente es la filosofía de la religión no tiene razón de ser.
Básicamente, Loftus nos dice que la filosofía de la religión es un nido de ratas cristianas que la utilizan para dar seriedad intelectual a tonterías anti-intelectuales. Aunque el ateísmo es la postura dominante entre la comunidad filosófica en general, tal como lo demuestra esta encuesta, algunos (apologistas) apuntan que el 72% de los que se han dedicado a la filosofía de la religión son teístas. Si este es el caso, Loftus tiene razón en su apreciación de esta disciplina. Entonces, ¿declaramos el final de la filosofía de la religión como disciplina académica? No tan rápido.
Aunque así lo afirma Loftus, lo cierto es que podríamos ver esta polémica como un llamado de atención a los departamentos de filosofía que permiten que en sus aulas se haga apología y teología, en vez de filosofía propiamente dicho. Y eso parece ser lo que Loftus buscaba dar a entender, dada su respuesta a la réplica que el Dr. Jaco Gericke presentó ante su escrito:
Tenga en cuenta que no estoy pidiendo el fin de la filosofía de la religión misma. Todo el que piensa en la religión está haciendo filosofía de la religión en algún sentido.
[...]
Los filósofos cristianos toman su parroquial concepto de Dios por sentado, desarrollado especialmente por Anselmo en el mundo occidental, y luego, con nada más que una defensa especial y un juego de manos, tratan de armonizar este parroquial concepto de Dios con la enorme cantidad de ubicuo sufrimiento en el mundo. "Espera un momento", dirá un niño, recordando al niño del cuento de Hans Christian Andersen, El Traje Nuevo del Emperador: "¡Pero si no lleva nada puesto en absoluto!" No habrá ningún punto de discusión de la belleza de los trajes del emperador si no lleva ningún traje. Del mismo modo no habrá razones para tratar con confusiones cristianas y súplicas especiales cuando no han podido mostrar evidencias de que tal Dios existe, en primer lugar. Así termina la filosofía de la religión como disciplina. Ya ha comenzado.Como disciplina indispensable para comprender esa manifestación humana llamada religión, la filosofía de las religiones seguirá existiendo por bastante tiempo; pero la supervivencia de ésta como materia o como carrera universitaria podría pender de un hilo al encontrarse infectada con tonterías de la teología. Es preocupante el ver cómo nombres como William Lane Craig o Alvin Plantinga llegan a mostrar prestigio solo porque se muestran como filósofos de la religión. Las tonterías que exponen, teniendo aún doctorados y un curricular de 100 hojas, seguirán siendo tonterías que no merecen respeto ni espacio universitario.