"Mucha gente preferiría morir antes que pensar. De hecho, lo hacen" Bertrand Russell.

domingo, 9 de marzo de 2014

Filosofía de la tecnología, ¿para qué?

“Hemos preparado una civilización global en la que los elementos cruciales  dependen profundamente de la ciencia y la tecnología. También hemos dispuesto las cosas de modo que casi nadie entienda la ciencia y la tecnología. Eso es una garantía de desastre. Podríamos seguir así una temporada pero, antes o después, esta mezcla de combustible de ignorancia y poder nos explotará en la cara." Carl Sagan.


En el siglo XXI es básicamente indiscutible que nuestras vidas (tal como lo dice Carl Sagan en la anterior frase) se encuentran dominadas por las comodidades y ventajas que la ciencia y la tecnología han dado a la sociedad. También es indiscutible que la cantidad de personas conscientes de la responsabilidad de estas herramientas son pocas. De esas pocas personas, es indiscutible que la gran mayoría sabe que la filosofía y la tecnología no se mezclan... esperen, ¿qué?

Aunque es cierto que la gran mayoría de tecnólogos, técnicos e ingenieros consideran que conocer de filosofía les resultaría poco redituable para su profesión (en más de un caso tienen razón), también es cierto (aunque no me lo crean) que la filosofía no solo puede ayudar a comprender mejor qué es y para qué sirve la tecnología, sino que además es necesario filosofar cuando de tecnología se habla, pues no existe proceso racional que no presente un contenido filosófico. O sea, no hay disciplina que no presente problemas del conocimiento, del deber, del ser (no, no me refiero a "ser" de una forma mística, sino a cómo se define algo), de la lógica, de la metodología y de las implicaciones para la vida diaria.

Es por estas razones que en las últimas décadas, dándose cuenta de la importancia social e histórica de la tecnología, muchos filósofos (y técnicos con intereses filosóficos) voltearon a ver de qué trataba dicha manifestación humana y por qué no podemos hablar de humanidad sin tecnología, descubriendo de paso que no es posible (o mejor dicho, no es deseable) tecnología sin humanidades. Así es como surge la filosofía de la tecnología, en principio como reflexiones más o menos sustentadas sobre lo poco que los filósofos sabían sobre tecnología, y después volviéndose toda una rama de la epistemología.

Aunque el uso del conocimiento con fines prácticos y de innovación ha estado presente en toda nuestra historia, lo cierto es que el asunto de la tecnología no fue considerado por la filosofía sino hasta el siglo XIX, y bien entrados en el tema, hasta el siglo XX. (Algunos pensarán: "¿Y por qué diablos los filósofos no se quedaron tal como lo habían hecho por siglos, ignorando y dejando en paz a la tecnología?" La respuesta se puede resumir en una frase de Terencio: un filósofo puede responder que se interesa por la tecnología y sus implicaciones porque "nada de lo humano le es ajeno"). Es posible encontrar algunas palabras de pensadores que van de Platón a Hegel sobre la tecnología (de su época y su trascendencia), pero la verdad es que casi todo lo que en filosofía tradicional se ha dicho sobre ciencia y tecnología, sencillamente es erróneo, ya que no cuadra con el quehacer de estas actividades en el mundo real. Mucho de lo que se entiende por tecnología desde la tradición filosófica resulta ser un montón de ideas actualmente caducas y que, de tomarse con seriedad o aplicabilidad a nuestros tiempos, resultaría en una reflexión filosófica anti-científica y anti-tecnológica.

Fue Karl Marx quien atribuiría por primera vez un papel central a las herramientas y técnicas dentro de sus reflexiones. Tal como nos narra el profesor del Departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universitat de Barcelona, Manuel Medina, en "Tecnología y filosofía: más allá de los prejuicios epistemológicos y humanistas":
"Al <<poner a Hegel sobre sus pies>>, Marx reinvirtió también, de algún modo, el prejuicio del humanismo filosófico acerca de la técnica, emplazándola como motor de la emancipación humana en su teoría del desarrollo histórico. Según esta teoría, el desarrollo de los medios de producción, determinado por las innovaciones técnicas, es el que configura los cambios en las estructuras socio-políticas e ideológicas."
Marx se interesó bastante en el desarrollo de la tecnología industrial de su tiempo, prediciendo incluso las "tendencias hacia la sistematización tecnológica y la automatización de la producción", como nos recuerda Medina. Pero Marx no buscaba crear una disciplina epistemológica enfocada al análisis de la tecnología (de hecho, esto no se hizo hasta bien entrado el siglo XX), sino que investigó sobre los adelantos de su época para poder dar sustento en el quehacer industrial a su crítica de la economía política imperante en el siglo XIX (ejem, ejem, el viejo capitalismo, ejem, ejem).

Pero el término "filosofía de la tecnología" no aparecería hasta 1877 de la pluma del filósofo  y geógrafo alemán Ernst Kapp, con su obra titulada: Principios de una Filosofía de la Tecnología. Aunque bien podríamos decir que Kapp fue el padre de esta disciplina, lo cierto es que también podríamos decir que fue un "no tan buen padre", pues su reflexión neohegeliana se dirigió hacia puntos "extraños", tales como el querer ver a la tecnología y su desarrollo como proyecciones de los órganos humanos, o la idea de que la técnica era la propulsora de la cultura, la moral y el desarrollo intelectual (idea que no está del todo equivocada). El tema vuelve adquirir notoriedad con Friedrich Desauer y su obra Filosofía de la Tecnología.      

Desauer, con una especulación platónica, aseguraba que el ser humano, al continuar actualizando sus herramientas y técnicas, obra como instrumento de Dios para continuar con su creación. Desauer se iba de la tecnología a la teología. Las especulaciones en el campo tradicional continúan hasta encontrarnos con José Ortega y Gasset y Martin Heidegger. Ortega y Gasset es el primero en dedicar un estudio filosófico a la tecnología  con su Meditación sobre la Técnica, obra en la que afirma que  el ser humano está determinado biológicamente (pero no culturalmente) "para el cual, lo superfluo es necesario." O sea, el ser humano es un "ser técnico"  que busca siempre nuevas posibilidades que no existen en la naturaleza. Por su parte, Heidegger presenta la típica filosofía oscurantista y anti-científica de la tecnología en "La Pregunta por la Técnica".

En todo el ensayo, Heidegger no muestra nada de contenido original, pero sí mucho esoterismo (como decir que "...la esencia de la técnica esencie en el acaecimiento propio de la verdad"). Las afirmaciones de Heidegger, oscurecidas por su típica forma de "filosofar" ya habían sido constatadas por físicos como Heisenberg en La Imagen de la Naturaleza de la Física Actual. Lo que es original en Heidegger, tal como Medina nos narra, son sus conclusiones negativas sobre la tecnología, asegurando que ésta, junto a la ciencia, representa "un extremo peligro, no solo para la esencia del hombre, sino para todo desocultar como tal." Es triste saber que tesis como estas influyeron en generaciones enteras de filósofos, en especial en las corrientes de la fenomenología y el humanismo filosófico. 

Como vemos, de Marx a Heidegger es posible encontrar reflexiones interesantes tal vez para una buena cultura filosófica, pero poco que nos ayude a comprender de forma correcta y clara a la tecnología, la relación de ésta con la filosofía y con la cultura en general. Por fortuna, la filosofía de la tecnología moderna no siguió ninguna de estas reflexiones. Luego de una serie de eventos con la temática de tecnología y filosofía durante la década de los 60's, en los años 70's se darían los últimos sucesos que permitieron la creación de una disciplina independiente (aunque muy conectada a la filosofía de la ciencia): la filosofía de la tecnología. Paul Durbin (conocido más como "el padrino de la filosofía de la tecnología norteamericana") organizó congresos de filosofía de la tecnología en 1975 y 1977 en la Universidad de Delaware, sobre los cuales se crearon los soportes institucionales de esta nueva disciplina, culminando con la creación de la Society for Philosophy and Technology en 1983.

Es a partir de entonces que podemos decir que surge la filosofía de la tecnología actual, enfocada a los problemas éticos, lógicos, semánticos, metodológicos y ontológicos de la tecnología y la ingeniería (aunque algunos hoy día, ya hacen una diferenciación entre filosofía de la tecnología y filosofía de la ingeniería). Es a partir de entonces que se hacen las preguntas interesantes y los debates apasionantes que tienen que ver con el desarrollo de la tecnología y su impacto en el mundo real. Para adentrarse en esta apasionante disciplina epistemológica, es necesario (como en toda rama de análisis filosófico y social) tener un conocimiento decente de la disciplina analizada. O sea, tener una buena cultura sobre la tecnología, su historia y desarrollo. Preguntas como ¿cuál es la naturaleza de la tecnología? resultan en espléndidos ejemplos de cómo es necesario tal bagaje de conocimientos sobre el tema, pues de otro modo, corremos el riesgo de hacer filosofía basura al estilo Heidegger: vacía y sin originalidad, que además traiga consigo una carga de oscurantismo anticientífico que hace de esta reflexión algo nocivo para el diálogo entre humanidades e ingenieros y técnicos.


En resumen:
La filosofía de la tecnología es la rama de la epistemología que sirve para el análisis lógico de los problemas de contenido filosófico en el desarrollo e influencia de la tecnología. Aunque nace como una serie de especulaciones esparcidas en algunas doctrinas filosóficas tradicionales, la filosofía de la tecnología actual es hoy por hoy uno de los principales puentes del diálogo común entre humanidades e ingenierías, técnicas y tecnologías.

1 comentario:

  1. Te recomiendo el libro "The Human Use of Human Beings." de Norbert Wiener el fundador de la teoria de la cibernetica.

    A pesar de ser de 1954, aun tiene interesantes reflexiones sobre la interacción humano /maquina, y como hacer que esa interacción sirva para amplificar el ser humano, alejándolo del trabajo repetitivo.

    ResponderEliminar